Es común terminar el día con una sensación de pesadez o fatiga en las piernas, especialmente si has pasado muchas horas de pie o sentado. Sin embargo, cuando esto se vuelve frecuente, podría tratarse de algo más que cansancio: una afección conocida como insuficiencia venosa crónica (IVC).
¿Qué es la insuficiencia venosa crónica?
La IVC ocurre cuando las válvulas de las venas que ayudan a que la sangre suba desde las piernas hacia el corazón pierden su capacidad de funcionar correctamente. Esto provoca una acumulación de sangre en las piernas y genera síntomas que afectan la calidad de vida.

Síntomas más comunes
Los signos de alerta que pueden indicar un problema venoso incluyen:
• Hinchazón en piernas, tobillos y pies
• Pesadez y fatiga en las piernas
• Dolor o pulsación
• Hormigueo
• Picazón en la piel
• Aparición de várices o venas marcadas
Estos síntomas suelen intensificarse al final del día o tras permanecer mucho tiempo en la misma posición.
¿Cómo se clasifica el estado de las venas?
Existe un sistema internacional llamado CEAP, que permite clasificar la enfermedad venosa desde sus etapas iniciales hasta las más avanzadas:
• C0: sin signos visibles
• C1: presencia de pequeñas venas visibles, comúnmente conocidas como «arañitas vasculares».
• C2: Venas tortuosas o grandes
• C3: hinchazón o edema
• C4a y C4b: cambios en la piel, machas oscuras o piel dura en la zona del tobillo
• C5: úlcera cicatrizada
• C6: úlcera activa(herida, peladura o llaga alrededor del tobillo)

Además, se clasifica como sintomática (S) o asintomática (A), lo cual ayuda a determinar el enfoque de tratamiento.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico parte de una evaluación clínica y un examen físico. Uno de los estudios más importantes es el Doppler venoso color, una ecografía que permite observar el flujo sanguíneo en las venas y detectar si hay reflujo o insuficiencia.
Tratamiento: opciones médicas y quirúrgicas
Tratamiento médico
Las etapas iniciales pueden manejarse con medidas conservadoras como:
• Actividad física regular
• Control del peso
• Uso de medias de compresión
• Cuidado de la piel
• Medicamentos flebotónicos (para mejorar el tono venoso)
• Escleroterapia en casos de venas pequeñas, mediante inyecciones de sustancias seguras para cerrar las venas afectadas
Tratamiento quirúrgico
En casos más avanzados, se puede optar por procedimientos quirúrgicos. Aunque durante muchos años se usaron técnicas invasivas para extraer las venas afectadas, actualmente existen métodos mínimamente invasivos que ofrecen mejores resultados y una recuperación más rápida.
Algunas de estas técnicas incluyen:
• Aplicación de espumas o geles esclerosantes
• Radiofrecuencia
• Láser endovenoso, especialmente el láser de 1470 nm con fibra radial, considerado uno de los más efectivos, con tasas de éxito cercanas al 98%. Este procedimiento se realiza bajo anestesia local y sedación.
¿Por qué es importante tratar esta condición?
Ignorar los síntomas o postergar el diagnóstico puede llevar a complicaciones como úlceras, dolor crónico, pigmentación en la piel o trombosis. Por eso, si experimentas molestias frecuentes en las piernas, no lo atribuyas únicamente al cansancio: podría ser una señal de que algo más está ocurriendo.
Consultar con un especialista en cirugía vascular permite obtener un diagnóstico oportuno y elegir el tratamiento más adecuado para cada caso.
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